Curso de ángeles gratuito con un enfoque metafísico de Alexiis. Lección 37-4. Video Núm. 211. Programación Angélica Número 30. Cómo Jugar con las Proyecciones.
Seguramente, a todos nos ha sucedido alguna vez que alguien se enojó con nosotros y comenzó a decirnos cosas tan fuera de lugar sobre nuestra propia persona que nos preguntamos de dónde había salido eso, y si no nos estarían confundiendo con otro.
Si tal fue el caso, hemos sido objeto de proyecciones infundadas. La proyección es un mecanismo de defensa que utilizamos para culpar a otros por nuestras propias faltas, o para suponer que alguien siente la emoción que nos embarga a nosotros pero que no queremos enfrentar. En otras palabras, cuando no examinamos nuestro lado sombrío podemos terminar proyectándolo en otros.
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Aquí puedes escuchar esta lección.
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Si tomamos conciencia de las tácticas de proyección para con nosotros mismos y otros, tendremos la oportunidad de descubrir nuestro lado sombrío y el de los demás. Si podemos separar el dolor de un ataque y observar qué proyectan las personas que nos atacan, podemos aprender mucho sobre ellas y el lugar de donde proviene. Es preciso que tengamos una muy alta autoestima y la integridad suficiente para ver que sus proyecciones no se refieren a nosotros de manera personal. Además, al escucharnos cuando estamos enojados con otros, podemos aprender mucho sobre nosotros mismos, si es que tenemos el valor suficiente para mirarnos con honestidad.
Es prácticamente imposible no proyectar. Vemos partes de nosotros mismos en otros y los aspectos que más notamos en otros, positivos o negativos, son parte de nosotros mismos. Todos sabemos que para vernos el lado de atrás (lo que representa la sombra) necesitamos un espejo. Hay partes de nuestra personalidad que sólo podemos ver cuando se reflejan en la personalidad de otra persona; es decir, cuando se proyectan en otra persona.
Hay personas que toman muy en serio el concepto de la proyección. Por el contrario, yo les aconsejo que disfruten de las proyecciones. Cuando es uno mismo el objeto de una proyección se debe otra que se trata de un don de comprensión y no debe quedarse con lo que se dice sobre uno. Hay que practicar la indiferencia. Cuando el que proyecta es uno, se tiene que aprender a explorar lo que se proyecta y a determinar si es doloroso para uno mismo y para los que lo rodean. La toma de conciencia y la aceptación de la realidad conducen a una progresión natural de nuevas elecciones y formas de ser.
Una manera de explorar y jugar con las proyecciones y con el lado sombrío consiste en dibujar nuestro monstruo. Se utiliza esta técnica con los niños para ayudarlos a expresar el enfado de una forma que resulta segura. En general, los niños no se detienen en pensar lo que se les pide; saben que tienen un pequeño monstruo. Dado que en el interior todos llevamos a un niño que a veces se enfada, los adultos también podemos recibir los beneficios de dibujar nuestros monstruos.
Vamos a tomar una hoja de papel y varios marcadores o lápices de colores (el color es importante en este ejercicio) y vamos a dibujar el monstruo. No nos conviene molestarnos en negar que tenemos un monstruo, ya que este ejercicio no depende de que lo tengamos o no; podemos dibujar nuestro monstruo independientemente de lo que pensemos. Tampoco tenemos que preocuparnos por la habilidad artística; dejémonos ir podemos dibujar un mamarracho o burbujas de colores.
Una vez terminado el dibujo, le ponemos un título y escribimos algo relacionado con la causa del enfado del monstruo. Vamos a escribirlo como si fuéramos el monstruo que cuenta por qué se enfadó. Al terminar de escribir vamos a estudiar el monstruo y lo que dijo. ¿Cuál es el origen de las cosas que dijo el monstruo? Quizás descubramos que todo se origina en un espacio de temor, o quizás algo diferente.
Vamos a pedirles a los Ángeles que nos brinden percepciones más profundas e ideas nuevas. Pero no nos dejemos llevar demasiado por el autoanálisis; no queremos hacer de esto nada demasiado profundo ya que intenta ser una expresión segura de cierto enfado o temor con el que hemos estado viviendo. Muchos llegamos a convencernos de que si tan sólo fuéramos perfectos y no tuviéramos malos pensamientos, nuestros familiares o cónyuges o quien quiera fuera no se comportarían de determinada manera. Así que ocultamos los pensamientos en un armario.
Ya es tiempo de sacar nuestros monstruos del armario y de explorar los malos pensamientos, de tomar conciencia de que no es por ello que los demás cambian su conducta hacia nosotros, a menos que los ataquemos, y ésta es una reacción que podemos controlar.
Es preciso que los niños aprendan a expresar afecto y amabilidad en sus acciones, y formas de manejar sus enfados de manera constructiva mediante el autocontrol. En otras palabras, nadie nació perfecto; tenemos ciertos aspectos que son indicios de una lucha interior a la que podemos sobreponernos mediante una práctica espiritual honesta, que transformará esos aspectos negativos en fortalecimiento.
Con la aplicación del ejercicio o la práctica adecuada, nuestro punto más débil puede convertirse en nuestra mayor fortaleza. No nos sobrepondremos a las debilidades si las escondemos y negamos nuestros sentimientos, sin importar cuáles sean. Cuando comencemos a tener la valentía suficiente para observar nuestro lado oscuro sin juzgarnos negativamente, aprenderemos a iluminar la oscuridad.
Vamos a invocar a los Ángeles para que permanezcan junto a nosotros mientras observamos el lado oscuro; a la luz de los Ángeles los aspectos ocultos de la personalidad no parecen tan graves e insuperables. Cuando estamos frente a la luz y los Ángeles, y andamos el camino junto a ellos, las sombras ya no podrán controlarnos, porque cuando la luz de los Ángeles ilumine las sombras podremos ver qué es lo que hay allí y sabremos que tenemos la capacidad de transformar la oscuridad.
Aprender a desarrollar el Dios que llevamos dentro en lugar de ir tras el mal en otros, es una buena manera de seleccionar nuestras proyecciones. Ir tras el mal en otros no sirve a nadie como ayuda constructiva. Si hacemos más lugar en la vida para que Dios y los Ángeles trabajen en ella, tendremos la creatividad necesaria para manejar las sombras del yo inferior. Seguiremos de manera natural las sendas hacia el Yo Superior, lo que a su vez transformará los aspectos del yo inferior.
El manejo constructivo del enfado y el odio no es un proceso fácil puesto que implica un esfuerzo consciente y mucha práctica. El hecho de reprimirlo nos perjudica a nosotros mismos y a quienes nos rodean; entonces, abramos la puerta del armario y liberemos nuestro monstruo mediante una práctica constante de auto aceptación y el desarrollo de la amabilidad y la sabiduría en las búsquedas espirituales.
Hasta el Dalai Lama no duda en admitir que le llevó mucho tiempo de práctica superar su tendencia a enfadarse. Dijo: “Si por lo general permaneces enfadado durante diez minutos, trata de reducirlos a ocho. La semana próxima intenta con cinco minutos, y el mes siguiente con dos. Luego llévalo a cero. Así se desarrolla y se entrena la mente. Esto es lo que yo siento y es también la clase de práctica que realizo. Prácticamente no caben dudas de que todos necesitamos estar en paz. La cuestión, entonces, es cómo lograrlo. Por medio del enfado no será; por medio de la amabilidad, el amor, el afecto podemos lograr la paz interior individual.
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